El Estado de Bienestar Social

Artículo de Nani Navarro, concejala de Bienestar Social, para Siete Días Alhama

Si algo ha dejado claro esta Pandemia sin precedentes a nivel mundial, que venimos padeciendo durante más de un año, ha sido precisamente esto, que donde pensábamos que teníamos un Estado de Bienestar Social bastante consolidado, no lo ha sido tanto y por otro lado también se ha puesto de manifiesto que ningún gobierno debería descuidar las políticas sociales, puesto que de ellas dependemos en gran medida para conseguir que nuestra sociedad sea mas justa y pueda seguir adelante.

Deberíamos empezar por lo que se entiende por Estado del Bienestar Social y qué se pretende con ello. Pues bien, si entendemos que es un conjunto de acciones y ejercicios por parte de las administraciones publicas, en el que se intenta conseguir un mayor atención, mejor redistribución de la riqueza y mejora del bienestar y la salud de todos/as, es decir, se pretende reducir la desigualdad económica y social de la ciudadanía.

En el ámbito privado,  el Bienestar Social también tiene un importante cariz subjetivo, es decir depende un poco de lo que cada individuo piense o sienta sobre ello.  No es lo mismo una persona con poder económico, con recursos, que sigue pensando que le faltan cosas y en contraposición una persona, con un poder económico bajo, sin grandes posesiones, pero que en el fondo piensa que tiene lo que necesita para ser feliz. Desde luego esta claro que la percepción del Estado de Bienestar Social entre ambas está en las antípodas.

Pero dejando esto de lado, entiendo que la realidad ha de ser otra para los gobiernos, que son los que deben velar por el bienestar de su ciudadanía.

Dentro de todos aquellos aspectos que entran a formar parte de este Estado del Bienestar, encontramos como  ejemplo la salud, la educación, los subsidios, las pensiones, las ayudas a la vivienda o la conciliación.

Hemos visto como esta pandemia ha puesto al mundo patas arriba y ha dejado al descubierto muchas necesidades, al mismo tiempo también nos ha dejado claro que aquello a lo que en principio no se daba mucha importancia, en un momento de crisis, se convierte en algo “digamos que casi imprescindible para poder subsistir”, colegios, guarderías, servicios de información y ayuda a resolución de tramites administrativos, pensiones básicas, rentas mínimas, derecho a una vivienda, residencias, Centros de Día para Mayores, Centros de Día para Personas con Discapacidad, Servicio de Ayuda a Domicilio, Teleasistencia, servicios de ayuda alimentaria y un sinfín más.

Muchos de los servicios mencionados, se han visto abocados a cambiar sus formas de actuar y sus dinámicas de asistencia casi a diario para poder seguir prestándose en las debidas condicionec, se han tenido que reconvertir continuamente, dejando claro lo esencial de su existencia, como ha ocurrido con el servicio de ayuda a domicilio, los centros de día y las residencias, dejando claro cuáles son las necesidades de las familias y de los propios usuarios/as, siendo cada vez más dependientes, a la misma vez que teniendo la necesidad y el derecho de poder ser más independientes, la necesidad de las familias de conciliar y un largo etc.

Otro de los aspectos que se ha dejado entre ver durante esta pandemia, es la necesidad de una mayor coordinación entre los Servicios Sociales y los servicios sanitarios que no pueden funcionar como organismos independientes y, en general, la coordinación entre los distintos niveles de las administraciones, que es primordial para optimizar los recursos, con el fin último y principal de prestar a nuestros vecinos y vecinas una atención adecuada.

No todos los gobiernos tienen las mismas prioridades ni apuestan por las mismas políticas, ni de la misma manera. Creo que nunca se deberían utilizar las dotaciones económicas destinadas a las políticas sanitarias, educativas y sociales para reducir el déficit o para otros fines, como ya ocurrió en periodos anteriores (2012-2015), ya que todo esto se traduce en una presión a la ciudadanía, la cual tiene que asumir los costes y la sobrecarga social de los mismos. Un ejemplo claro de estas políticas no deseables fue el impacto de la crisis en el sistema de atención a la dependencia en dichos años, que sufrió un gran retroceso, incluso llegó a estar amenazada su continuidad. Tendencia que se pudo revertir en parte en el 2016.

Por lo tanto, si algo ha dejado claro esta pandemia sin precedentes a nivel mundial, que venimos padeciendo durante más de un año, ha sido precisamente esto, que donde pensábamos que teníamos un Estado de Bienestar Social bastante consolidado, no lo ha sido tanto y por otro lado también se ha puesto de manifiesto que ningún gobierno debería descuidar las políticas sociales, puesto que de ellas dependemos en gran medida para conseguir que nuestra sociedad sea más justa, equitativa e igualitaria  y pueda seguir adelante.

Estamos en una época en la que muchas realidades han salido a la luz y nos han hecho pensar, en qué Estado del Bienestar o qué modelo tenemos y hacia donde debemos dirigirnos. Ha quedado demostrado durante esta pandemia la importancia que han adquirido muchos servicios como, la ayuda a domicilio, la teleasistencia, los centros de día, pero sobre todo los centros de Servicios Sociales y de Atención Primaria, que son los encargados de gestionar realmente los servicios mencionados, siendo unos órganos referentes para dar solución a muchas de las dudas, hacer de intermediarios entre distintas administraciones, solucionar o tratar de solucionar todo aquello que de otra manera sería materialmente imposible, como quedó demostrado por el Gobierno central, creando un Fondo Social Extraordinario, dotado con 300 millones de euros, y junto con las comunidades autónomas considerar a estos servicios como esenciales, todo esto justifica la idea de la importancia de ser considerados  como OTRO  PILAR DEL ESTADO DE BIENESTAR SOCIAL.

También te puede interesar