La alcaldesa del PP sigue con su estrategia de victimizarse

El balance que puede hacer nuestro grupo municipal tras el pleno ordinario de septiembre es ahondar en lo que venimos señalando en los últimos meses: la degeneración de nuestra máxima institución local bajo el gobierno autócrata de María Cánovas, sustentada por la ultraderecha y por un Toni Sibina que ha defraudado sus 600 votantes, pero que ha conseguido el objetivo que perseguía: dejar fuera del Gobierno al Partido Socialista y asegurarse estos cuatro años sin nadie que le moleste, colocando de paso y por la puerta de atrás a su amiga Isa Cava, exportavoz de Ciudadanos. Y es que un sindicalista de Comisiones Obreras como Sibina gestionando Alhama junto a Vox merece una profunda reflexión de hacia dónde va este barco en forma de Gobierno local, que navega sin rumbo y a la deriva cada día.

Más allá de la madre de todos los pactos, cuyo contenido jamás sabremos, porque no lo hay, podemos destacar varias evidencias del último pleno. Una de ellas sería la maestría de algunos concejales para mentir a la cara a todos los vecinos y vecinas sin pestañear, comenzando por la alcaldesa y siguiendo por sus número 2, Miriam Díaz, y número 3, José Pedro Otón: el mejor pagado de la historia del municipio del bolsillo de todos los alhameños, con 52.000 euros al año.

El edil de pedanías se estrenaba ante el micrófono, y en sus breves pero reveladoras palabras, dio muestras preocupantes de que no conoce el contrato que tiene que gestionar de parques y jardines, ni tampoco qué va a hacer con las cinco pedanías. Eso sí, llevaron un punto de urgencia, sin informar previamente a los grupos de la oposición, para asegurar el sueldo de 9.000 euros de dos de sus concejales, aunque no asistan a las Juntas de Gobierno. No hay capacidad de trabajo ni de gestión, ni tampoco se les ve intención por aprender algo durante esta legislatura, porque todo se hace bajo el ordeno y mando de la regidora. La misma que se rasga las vestiduras cuando una concejala de IU-Verdes le recrimina que desde las cuentas oficiales del Ayuntamiento están promocionando a su marido, cuando ella misma y el susodicho llevan mucho tiempo haciendo gala de su particular estilo y crítica en redes.

Y no es el único, porque otros familiares de la alcaldesa y de algunos concejales se han pasado la legislatura anterior, toda la campaña y lo que llevamos de ésta, junto con perfiles falsos, creando crispación, infestado cualquier foro de injurias, calumnias, críticas despiadadas y flagrantes mentiras contra el PSOE y sus concejales. Algo que nunca había ocurrido en toda la democracia.

Los mítines electorales que se marca pleno tras pleno María Cánovas, sin posibilidad de réplica, adulteran los fundamentos de las sesiones plenarias, como son el debate político y el contraste de opiniones. Ella coarta a la oposición ese derecho con su manera de proceder y con la convocatoria de plenos extraordinarios y urgentes apenas unas horas antes de los mismos.

Ya se lo dijo nuestra anterior alcaldesa, Mariola Guevara: “¿Cuándo piensa la Sra. Cánovas pedir perdón por todas las mentiras que ha dicho?”. Entre ellas acusar de machismo a nuestro Secretario General; engañar diciendo que se iban a bajar los sueldos, cuando se los han subido un 30% y son el Gobierno más caro de la historia; afirmar que hay que devolver un millón de euros de la subvención del Castillo, cuando no hay una resolución firme; decir que no había dinero para hacer la Feria, teniendo un presupuesto de 25 millones de euros; o estar colocando en puestos de confianza a sus personas afines y convertir el Ayuntamiento en un chiringuito tras afirmar que la suya iba a ser la ‘Alhama de todos’.

Debería estar pidiendo perdón todos los días por haber incumplido cada una de las promesas que ha hecho, incluyendo que no iba a gobernar con la extrema derecha. Y especialmente por el hecho más grave que nunca ha ocurrido en nuestro municipio: rechazar una subvención de casi 2 millones de euros del Gobierno de España por no saber cómo gestionar ese dinero.

María Cánovas ha batido un récord, que es acabar en tan solo tres meses con una gestión modélica basada en la transparencia municipal de estos últimos ocho años. Eso sí, está muy preocupada por la seguridad y quiere llenar todo el municipio de cámaras y obliga en los plenos al jefe de la Policía Local a asistir a cada sesión, haciéndole perder su valioso tiempo en lugar de estar donde de verdad es necesario.

Ya puestos, podría la Sra. alcaldesa hacer un test de alcoholemia y sustancias estupefaciente a los asistentes a los plenos para permitir o no su entrada. Quizá así nos ahorraríamos algunas escenas bochornosas.

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