La invisibilidad de Servicios Sociales y la crítica de la sociedad

Artículo Nani Navarro, concejala de Bienestar Social, para Siete Días

Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano” (Martin Luther King)

Me gustaría que estas líneas sirviesen como reflexión ante el gran desconocimiento que existe sobre Servicios Sociales, es difícil abarcar en pocas palabras la importancia, el amplio perímetro de acciones sobre las que se trabaja, pero sobre todo al elevado número de personas a las que se atienden desde Servicios Sociales. Si intento explicarlo sería imposible de enumerar y muchas gestiones quedarían en el tintero. A veces pienso que, si todos tuviésemos la oportunidad de vivir un día en Servicios Sociales, seguro que esa visión negativa y esa crítica fácil no sería ni tan negativa ni tan crítica.

La transición política y la democratización de las instituciones supuso un cambio radical en cuanto a la asistencia social se refiere, pasando del paternalismo, de la beneficencia de la caridad al asistencialismo.

Los Servicios Sociales son uno de los pilares básicos del estado de bienestar, son un elemento esencial, especialmente ahora que estamos inmersos en pandemia de la Covid-19, que ha generado no solo una crisis sanitaria, sino que también ha tenido repercusiones muy graves en la economía de numerosas familias que ya venían sufriendo situaciones de vulnerabilidad y exclusión. También ha afectado a otras personas que anteriormente se encontraban con una estabilidad laboral y económica y que con la crisis han quedado en una situación muy preocupante y en consecuencia han tenido que recurrir a ellos.

Ésta es una competencia autonómica, en la que los ayuntamientos nos vemos abocados a tener que estar sufragando con fondos propios muchas de sus actuaciones, ya que los recursos son insuficientes y muchas las necesidades. La forma en que se presten estos servicios depende fundamentalmente de que las personas que dirijan los ayuntamientos tengan la sensibilidad suficiente como para entender que no sólo se trata de números, sino de personas a las que hay que informar, asesorar y acompañar para que consigan salir adelante por sus propios medios, cambiando la caridad por la dignidad.

A veces, desde esa primera línea de atención al público, se tiene la sensación de que cuando las personas no saben qué tienen que hacer, acuden directamente a Servicios Sociales. Esta percepción a veces es la misma desde otras administraciones; Servicios Sociales son algo más que un punto de referencia en un gran cajón de sastre al que llega todo aquello que nadie sabe quién tiene que resolverlo, ya sea por su difícil solución, por su ambigüedad, o porque son necesidades sociales y primarias en su última respuesta.

El 85% de las situaciones que llegan a esta área son de carácter básico, es decir, necesidad de una vivienda, comida, medicamentos, productos de higiene, luz y agua, por citar algunas de ellas, que todo el mundo debería tener cubiertas, pero en la práctica dista mucho de ser una realidad. Existen otras, como puede ser disponer de un frigorífico, un colchón, una lavadora, un calentador, etc. Para poder atenderlas todas contamos con la ayuda de organizaciones no gubernamentales, como Cáritas, Cruz Roja, Proayuda Alimentaria y, por supuesto, las aportaciones económicas de las administraciones públicas.

También tenemos a nuestros mayores, familiares dependientes que aparte de los cuidados y atenciones personales, a veces se encuentran en situaciones de soledad, vecinos y vecinas que no tienen una red familiar que les atienda. Gracias, por ejemplo, a servicios como el de ayuda a domicilio y la teleasistencia tienen esas necesidades cubiertas, encuentran compañía y no se sienten tan solos.

Servicios tanto o más importantes y que han cobrado especial relevancia son los centros de día de personas mayores y para personas con discapacidad intelectual, que desempeñan un papel crucial tanto para sus usuarios y usuarias, a quienes les proporciona una atención individualizada con el objetivo de mejorar y mantener su autonomía personal, apoyando a las familias cuidadoras. En este bloque también incluimos el centro de atención psicosocial, para personas diagnosticadas de enfermedad mental, ofreciendo acciones y actividades que faciliten su integración socio-laboral.

Otro dato a tener en cuenta, extraído de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, es que el número de personas usuarias atendidas este año puede llegar a las diez mil (en datos nacionales).

Cualquiera en algún momento de su vida puede verse en la necesidad de recurrir a Servicios Sociales. La Covid-19 ha sido una muestra de ello, con multitud de vecinos que de la noche a la mañana se han quedado en paro o inmersos en un ERTE. 

Son miles de personas atendidas y lo que se persigue desde las políticas sociales es conseguir el bienestar de la gente no dejando a nadie atrás, favorecer la promoción y la integración, valorar y solucionar las posibles dificultades, aportar recursos que mejoren la calidad de vida de las personas, que prevengan y eviten la exclusión, siendo uno de los ejes principales de un municipio o una sociedad que quiere avanzar en derechos y en igualdad. ¿No sería lógico, entonces, dejar de pensar que los Servicios Sociales son solo para unos pocos y en realidad nos incluyen a todos?

Hoy más que nunca es tarea de la sociedad trabajar en la idea de que los Servicios Sociales son un derecho, un pilar fundamental del estado de bienestar que asegura las necesidades básicas de las familias. Y no un mero sistema de caridad, como se ha visibilizado en épocas anteriores.

En palabras de Nelson Mandela: “Ser libre no es meramente soltarse las cadenas, sino vivir de una manera en la que se respete y se amplíe la libertad de los otros”. Mandela, presidente de Sudáfrica, centró su acción de gobierno en eliminar el racismo, la pobreza y la desigualdad social.

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