Artículo de Nuria García para Siete Días Alhama
En su afán de tratar de acallar cualquier voz critica que pudiera surgir en esta Región, la derecha inició su acoso e intento de linchamiento hacia el secretario general del PSRM-PSOE, lanzando todo tipo de bulos y denuncias sin fundamento con el único fin de hacer daño e intentar amedrentar, no sólo a Diego, sino a cualquiera que no esté dispuesto a arrodillarse ante ellos.
Hace unos días nos enterábamos por la prensa que la Región de Murcia es la que peor sanidad tiene de toda España; por si alguien no lo sabe, las competencias en materia de salud son responsabilidad exclusiva de la Comunidad Autónoma. El estudio se ha basado en los datos relativos al número de camas por habitante, el número de profesionales, así como el gasto por habitante y las listas de espera.
Y si a todo esto añadimos el descontrol y el caos en el proceso de vacunación, podemos deducir que la situación en la Región no es como para tirar cohetes y para celebraciones. Nos encontramos ante una situación muy preocupante para todos y todas, pero quienes deberían estar especialmente preocupados serían los responsables del Gobierno regional que son los que han creado el problema y quienes no están haciendo nada por sacarnos de ese vagón de cola en el que nos ha colocado su dejadez e incompetencia.
Era de esperar, porque ya llevan años haciendo lo mismo y en eso son auténticos especialistas. Pero en lugar de darse por aludidos y tratar de mejorar la situación se han dedicado a enredar y culpar sin pruebas a los demás del desastre que están provocando. Últimamente han dado un paso hacia adelante, pero no para adoptar las medidas necesarias para paliar la situación, sino que ahora se dedican a intentar matar al mensajero.
Hace ya algún tiempo que iniciaron una campaña de linchamiento personal contra cualquier persona que ose destapar sus vergüenzas, y con ello ponga en peligro su dominio sobre lo que ellos consideran un cortijo de su exclusiva propiedad, porque eso es lo que la derecha murciana considera que es la Región.
En su afán de tratar de acallar cualquier voz crítica que pudiera surgir, iniciaron un repugnante acoso e intento de linchamiento contra Diego Conesa, lanzando todo tipo de bulos y denuncias sin fundamento con el único fin de hacer daño e intentar amedrentar, no sólo a Diego, sino a cualquiera que no esté dispuesto a arrodillarse ante ellos.
En esa línea se basaba la querella que interpuso el PP contra el secretario general del PSRM-PSOE al que acusaban -nada menos- que de incitar a la prevaricación por decir en un comité regional que “había que estirar el chicle de la corrupción del PP”. Como era de sentido común, el juzgado decidió el pasado jueves no admitir a trámite la denuncia de los populares, argumentando que de “los hechos no pueden encuadrarse en ninguno de los tipos penales descritos, sino tan solo en el ejercicio de la libertad de expresión”.
Pero, conociendo las sucias artimañas de este Gobierno regional de tránsfugas y radicalizado que nos ha tocado padecer, seguramente no cejarán en su empeño y seguirán una y otra vez haciendo perder el tiempo a la justicia para conseguir titulares de prensa y, al mismo tiempo, tratar de que no se hable de los trapicheos y la pésima gestión de López Miras y los suyos. Cualquier cosa menos ponerse a trabajar para cumplir con su obligación, que no es otra que la de resolver los problemas del millón y medio de habitantes de los 45 municipios, y si no son capaces de eso al menos deberían tratar de no crear más de los que ya tenemos.
Esta vez han dado en piedra, porque ni Diego Conesa ni el PSRM-PSOE van a cejar en su empeño de poner sobre la mesa la lamentable situación de la Región de Murcia, y plantear alternativas viables para sacarnos del desastre en el que nos ha metido la derecha que lleva gobernando aquí desde 1995, que se dice pronto. Y por supuesto que vamos a seguir estirando el chicle de la corrupción hasta conseguir arrancarlo del suelo de esta tierra, para que de una vez por todas nos podamos encaminar por la senda del progreso, el desarrollo y la modernidad que tanto se merecen todos nuestros vecinos y vecinas.
