¡Qué bochorno!

Artículo de Nuria García para Siete Días Alhama

Como algo tenían que hacer para tapar sus vergüenzas, a los dirigentes de las derechas de la Comunidad Autónoma no se les ocurrió nada mejor que criminalizar sin motivos a Alhama y a su hostelería, presentándonos como apestados ante toda la Región, con el consiguiente daño económico y psicológico que ello conlleva.

Es una costumbre muy antigua que cuando alguien ha cometido una tropelía muy gorda y le puede traer consecuencias desagradables intente taparla de alguna manera. Una opción bastante frecuente es provocar otra que, por sus características, haga que no se hable de la primera.

Hay muchas formas de reparar el daño creado por una acción incorrecta, pero en este caso el autor de la tropelía, es decir el Gobierno regional, en lugar de intentar solucionar el problema que ha generado, ha decidido irse por las ramas y cometer una auténtica barbaridad.

Así han intentado tapar su pésima gestión de la pandemia y el escándalo provocado para el «desvío” (léase robo) de cientos de vacunas para repartírselas entre ellos y sus colegas, como si fuesen niños dándose las canicas en el patio de un colegio, y privando de ellas a muchas personas mayores que las necesiban. Poco les importa a las derechas murcianas el daño que sus barrabasadas puedan generar en la población, ya que de otra manera no hubiesen decretado el cierre de Alhama y la prohibición a la hostelería de atender a sus clientes en las terrazas.

Y digo barrabasada porque es eso y no otra cosa el hecho de tomar una decisión de este calibre sin que esté justificada en criterios lógicos, ya que las cifras de contagios en nuestro pueblo están controladas y no parecen ni mucho menos graves como para justificar una medida de ese calibre. Desde el Ayuntamiento se vienen analizando las aguas residuales desde el mes de agosto y los datos han ido prediciendo con, al menos, quince días de antelación lo que iba a ocurrir. Casi siempre lo han clavado y ahora estamos en una etapa de ‘dientes de sierra’, es decir, hay una estabilidad en el número de casos, donde una semana suben unos pocos y a la siguiente bajan. Así, nuestros dirigentes locales ya avisaron previamente de que se producirían algunos aumentos la pasada semana, pero que éstos bajarían rápidamente. Tal como ha ocurrido.

Creo que ante la presencia del coronavirus es necesario adoptar todas las precauciones posibles, como el uso de la mascarilla, la desinfección, la distancia social, etc. En este sentido sería lógica y entendible una medida de este tipo si el porcentaje de contagios en Alhama hubiese crecido de manera alarmante y si las autoridades sanitarias tuviesen la certeza de que las terrazas de la hostelería fuesen el foco inequívoco de estos contagios. Lo que sucede es que la ocurrencia del Gobierno regional de López Miras de cambiar ahora de parámetros para decidir el nivel de alerta de un municipio no parece que venga avalada por ningún criterio sanitario ni por el número de afectados, ya que estamos en niveles similares a otras localidades, o por debajo de ellas.

Pero como algo tenían que hacer para tapar sus vergüenzas, a los dirigentes de las derechas de la Comunidad Autónoma no se les ocurrió nada mejor que criminalizar sin motivos a Alhama y a su hostelería, presentándonos a alhameños y alhameñas como apestados ante toda la Región, con el consiguiente daño económico y psicológico que ello conlleva. Tal fue el señalamiento que todos los medios de comunicación regionales se pusieron en contacto con el Ayuntamiento creyendo que en nuestro municipio se habían disparado los casos. Algo que tuvieron que desmentir nuestros dirigentes locales.

Para los mandamases del Gobierno regional del PP todo parece valer si con ello consiguen que, al menos durante unos días, haya otro tema de conversación que no sea el descontrol de las vacunas perdidas y milagrosamente aparecidas en los brazos de algunos altos cargos y de sus amigotes. ¡Qué bochorno!

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