¿Por qué tanto miedo a llamar las cosas por su nombre?

Artículo de Nani Navarro, concejala de Igualdad

En breve llega el 25N –Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer- y tendremos que seguir escuchando voces discordantes, llenas de odio y de sinrazón. A poco que busquemos información, encontraremos muy bien definidas todas ellas y cuál es su marco dentro de las leyes. Cabe preguntarse, ¿por qué para algunas cosas sí defendemos en la Ley y para otras no? ¿Acaso las definiciones sobre este drama social y su contextualización están equivocadas? Mucho me temo que no.

En este caso voy a tratar de aclarar un poco lo que es la Violencia de Género (desde ahora VG) o Violencia Machista y sus distintas formas.

La definición de VG es las siguiente: “todo aquel tipo de violencia que se lleva a cabo, vulnerando el bienestar físico, psíquico o relacional de una persona debido a su sexo o identidad de género. Se usa de manera intencional la agresión, sea mediante la fuerza físico o con el propósito de causar daños, coaccionar, limitar o manipular a la persona objeto de violencia”.

Dentro de los diferentes tipos de VG, encontramos: Violencia Física, que es una de las más visibles y la que se nos viene a la cabeza cuando pensamos en VG, como golpes, arañazos, moratones, fracturas, heridas…etc; Violencia Psicológica, mediante insultos y vejaciones, con los que la víctima se siente minusvalorada; Violencia Sexual, a través de la fuerza o coacción, en la que se incluirían acciones tales como la violación en la pareja, la prostitución forzada o el acoso sexual; Violencia Económica; Violencia Patrimonial; Violencia Vicaria.

A partir de aquí, imagina que una de tus amigas llega en casa un día con un ojo morado y diversas heridas en el cuerpo, otro día con un brazo roto, hematomas y un labio partido, y así sucesivamente. ¿Qué se te pasaría por la cabeza? ¿Acaso dudarías que está sufriendo malos tratos?

Por otro lado, cada semana escuchamos al menos una noticia de que una mujer ha sido asesinada a manos de su pareja o expareja. Mientras escribo este artículo son ya 37 víctimas. ¿Todavía alguien puede seguir teniendo dudas de que la VG o Violencia Machista es una pantomima de las mujeres o de algunos sectores interesados de la sociedad? ¿Acaso son ficticias las tumbas?

Este tipo de violencia produce efectos devastadores en las víctimas, las mujeres. En muchas ocasiones éstas son incapaces de denunciar, debido al daño psicológico al que han sido sometidas, el terror y el miedo que sienten hacia sus agresores y las consecuencias que creen que pueden sufrir por ello, aparte de la vergüenza de contarlo y que nadie las crea y las culpen por todo lo acontecido.

También el daño físico es atronador, llegando en ocasiones a provocarles incapacidad o directamente la muerte.

La ciudadanía, en general, en una sociedad moderna como la nuestra no se puede seguir permitiendo maquillar, justificar o relativizar esto. El primer paso es reconocer que la VG o Violencia Machista existe y el segundo debe ser manifestar nuestra oposición y repulsa a la misma.

“De lo que no se habla, no existe. Y lo que no existe, se margina” (‘Veneno’, Javier Ambrossi).

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