Artículo de Nuria García
La Asamblea Regional aprobó el 4 de abril del 2007 la ley para la Igualdad entre Mujeres y Hombres, y de Protección contra la Violencia de Género en la Región de Murcia. Ésta obliga al Gobierno de la Comunidad Autónoma a llevar a cabo acciones dirigidas a erradicar el uso sexista del lenguaje en las administraciones, en los centros educativos e incluso, en anuncios publicitarios. Así mismo el Ejecutivo regional aprobó el pasado año el II Plan de Igualdad, que le mandata a elaborar una guía de lenguaje inclusivo para utilizar en toda la Administración de nuestro territorio, obligando a utilizarlo en todos los documentos de carácter divulgativo, incluidos los manuales de formación.
Pues bien, todo esto saltaba por los aires la pasada semana en la Asamblea, y lo mas curioso es que quien dinamitaba los buenos propósitos expuestos -tanto en la ley como en el plan de igualdad- es el mismo que en su día aprobó ambos textos, es decir el PP. Y lo hace únicamente para complacer a la extrema derecha, la misma a la que los dirigentes del PP se han acercado tanto que ya resulta muy difícil distinguirlos y saber quien es quien.
Hemos llegado a esta situación por dos motivos fundamentales: el primero de ellos es por la obsesión de los Populares de mantenerse en el Gobierno al precio que sea, ya que todo su entramado social, político y económico depende de ello; el segundo tiene que ver con las añoranzas, cada vez menos disimuladas, de la ultraderecha de volver a los viejos tiempos en los que la mujer era considerada un ser inferior que pasaba de la tutela del padre a la del esposo. Una época en la que su papel en la sociedad era de la madre abnegada y obediente esposa. ‘El reposo del guerrero’, se decía entonces.
Sólo así se puede entender el odio visceral que la derecha murciana tiene hacia el lenguaje inclusivo, hasta el punto de querer prohibirlo y sancionar a quien se le ocurra utilizarlo. Algo que no podrán conseguir, porque la lucha de la mujer para lograr la igualdad está cada vez mas asentada en nuestra sociedad.
Para los hombres y las mujeres socialistas el lenguaje inclusivo, que el PP quiere ahora criminalizar, no es un capricho ni una moda sino un paso necesario para el reconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres. Por eso estoy totalmente de acuerdo con la diputada socialista Lara Hernández cuando dijo que “es aberrante que alguien no entienda, o no quiera entender, que las mujeres no nos podamos sentir identificadas si se nos nombra en masculino”.
En ese sentido el PSOE estará siempre en primera línea en la defensa de la igualdad, del feminismo, y, por tanto, del uso del lenguaje inclusivo como forma de evidenciarlo. Para reivindicar el derecho de las mujeres a estar y ser visibles en todos los espacios. Y lo haremos a pesar de los intentos de la derecha por hacernos retroceder en el tiempo y en derechos. Una derecha a la que se le llenaba la boca cuando hablaban de acabar con un adoctrinamiento en los centros educativos públicos, algo que nunca a ocurrido desde la muerte de su adorado ‘caudillo’. La misma que ahora quiere imponer su propio lenguaje y condicionar ideológicamente a los centros educativos atacando uno de sus principios más sagrados, como es la autonomía pedagógica que las leyes y la Constitución les reconocen.
Y el responsable de ese desaguisado no es otro que el presidente de la Comunidad Autónoma, Fernando López Miras, el de siempre, por mucho que intente ocultarse detrás de la antivacunas consejera de Educación.
